Vivía para consumir y consumía para vivir

Yo solo consumí alcohol, pero vivía para consumir y consumía para vivir. Cuando paré de consumir creí que me había salvado. Creí que ya con sólo parar, mi vida se iba a arreglar y no fue así.

Para mí habían tres condiciones simultáneas para considerarme adicto:

1. Una conducta repetitiva

2. Con consecuencias negativas

3. Que me era imposible parar

Cuando vi que mis pensamientos seguían como un torbellino aún cuando dejé de tomar, acepté que sufro de algo más que la dependencia a una sustancia. Que mi obsesión continuaba, ya no con el alcohol, pero sí con situaciones que me rodeaban. Y esto fue lo más difícil: me tocó volver a aprender a pensar, a no seguir mi emoción inicial que me llevaba a ese impulso de querer ahogarlo todo con trago.

A mí me hace adicto el hecho de que no controlo mis emociones. Es como si el control sobre las emociones se me hubiera fundido. Siento las cosas que me rodean más fuerte que una persona que no sufre de adicción. De hecho creo que sufría de adicción antes de empezar a consumir. Me costaba trabajo vivir la vida tal como es. Cuando sentía tristeza me daba depresión, cuando pensaba en el futuro me daba ansiedad, y así pasaba mi vida. Entre el sentir emociones muy fuertes y el querer escaparlas por no saberlas manejar.  

El alcohol me hacía no sentir. Pero las consecuencias de consumir eran tan negativas que volvía y consumía sin querer.  Aún ahora que tengo tres años de limpieza tengo ratos de pensamientos adictivos pero soy capaz de controlarme y no llegar a la sustancia. He aprendido que esos malos momentos pasan y que sólo debo esperar a que pasen. ¿Cómo lo logré?

Yo paré de consumir sin internarme, porque toqué la muerte. Estaba tan desesperado y con tan pocas ganas de vivir, que me aferré al último hilito de esperanza que me quedaba. Para parar de consumir sólo hay que tener el deseo de dejar de consumir. Aunque no lo crean, muchos adictos consumimos sin querer.  

Llevo ya tres años sin consumir, acompañando a otros adictos en su propio camino de recuperación. Los acompaño desde el día cero. Es mejor no hacerlo solo, y pedir ayuda cuando no nos sentimos en la capacidad de empezar a cambiar. Puedes pedirle a alguien de confianza que te acompañe en especial las primeras 24 horas para que cuando te den ganas de consumir lo digas, ya que hablarlo alivia mucho la obsesión. Lo otro que me ayudó a mi, fue hacer un horario que contuviera todo, desde lavarme los dientes, horas de comida, sueño, ver televisión, etc. Lo importante acá es regirse al horario, en especial a las horas que usabas para consumir. No se debe pasar hambre ni salir a caminar sin un rumbo fijo. No debe uno salir con plata más que la necesaria para lo que necesitas.  

Lo que más me ayudó a mi fue tratar de vivir en el presente. Pensar que no era para siempre como me sentía, sino que era sólo por ese día.  Y así...me levantaba todos los días y volvía a empezar.  

Yo pare de consumir sin ayuda porque toqué fondo y quise cambiar. Pero se vale pedir ayuda, se vale levantar la mano y buscar personas que te sepan guiar en el camino de recuperación. Se vale buscar el mejor tratamiento para ti, porque si no te cuidas tú a ti mismo, ¿Quién lo puede hacer por ti? El control de cómo afrontas tu vida siempre va a estar en tus propias manos, solo tienes que tomar la decisión de empezar.