Abrir los ojos a la codependencia no siempre es fácil y sobre todo, por el dolor que implica darse cuenta que en nombre de las buenas intenciones se han construido diferentes tipos de relaciones, sean laborales, familiares, de amistad y pareja, en dónde muchas veces, prima el cuidado del otro por encima del cuidado propio. Pero, ¿Cómo podría esto estar mal?, ¿por qué las relaciones no funcionan cuando pones al otro por encima de tu bienestar?, ¿en qué momento dejaste de expresar lo que era importante para ti?, ¿cuándo permitiste que la única opinión válida fuera lo que el otro decía por encima de tus opiniones, incluso aunque no estuvieras de acuerdo? Estas y muchas preguntas más, rondan la cabeza de las personas que tenemos codependencia emocional con un ser amado.
Algunas veces nos relacionamos de esa manera con otros y sabemos que algo no anda bien porque hemos notado que a través de esta forma de vincularnos; muchas veces nos descuidamos, permitimos que sucedan cosas con las que no estamos de acuerdo y nos hacemos invisibles porque ponemos por encima las preocupaciones, la forma de pensar y las opiniones del otro. Y es cuando suceden aquellos problemas que generan dolores muy profundos o cuando salen a la luz dificultades incontenibles por no haber sabido cómo establecer límites en situaciones en donde vimos banderas rojas.
La mayoría de las personas que experimentamos codependencia emocional con parejas, familiares o amigos, se debe a que hemos estado expuestos a circunstancias en donde, debemos cuidar de otras personas; una madre enferma, un hermano adicto a las sustancias, un padre con intentos de suicidio o un esposo con una enfermedad terminal, crecemos con la convicción de cuidar e incluso ´salvar a otros´ convirtiendo esto en un círculo vicioso en donde nos necesitamos unos a otros.
En ese camino estuvimos con la mirada dirigida hacia fuera de una manera tan específica que en varias ocasiones dirigir la mirada hacia adentro no es tan sencillo. Muchas veces las creencias que algunos hemos tenido van de la mano con creer que se puede vivir bien únicamente si mi hermano, mi pareja, o en últimas si el otro se encuentra bien.
También es característico en las personas con rasgos codependientes que haya poca autoestima, que nos sintamos inseguros y perdidos en muchas ocasiones, pues nos hemos dedicado muy poco tiempo a hacernos cargo de nosotros y cuando uno se descuida a sí mismo, no cultiva el autocuidado y la autocomprensión.
Existen otros elementos que te permitirán ver si eres una persona con rasgos codependientes.
- Una de las características es que existe una enorme dificultad para poner límites o incluso si los pones, que puedas mantenerte en tu posición, asumiendo las consecuencias que esto implica; pues en muchas ocasiones entrar en desacuerdo con el otro está asociado a un miedo inmenso a perderlo, a perder esa relación o a poder experimentar que a veces no nos van a querer.
- Otro indicador es cuando te ves a ti mismo perdiendo el control sobre tus propias acciones, como cuando, en una ruptura amorosa que genera mucho sufrimiento en ambas personas, estas vuelven en repetidas ocasiones a pesar de tener claro que lo mejor es alejarse y cerrar la relación. Además, se sorprenden al darse cuenta que cada nuevo intento desemboca más sufrimiento y menos bienestar que el anterior, pero a pesar de eso no pueden detenerse.
- En otros casos puedes sentir que eres responsable de la crisis que está experimentando el otro, incluso cuando no eres quien debe asumirlo, como en el caso del hijo que se enfureció porque no logra madrugar para ir a trabajar y es su madre quien se disculpa por no despertarlo a tiempo y arma diferentes estrategias para evitar que esto vuelva a ocurrir.
Recuerda que la codependencia tiene que ver en mayor o menor medida, con perderse a sí mismo, primar el cuidado del otro, tener dificultades serias en la postura de establecer límites de respeto y con perder el control de sí mismo.
Comentarios