Hablar de factores de riesgo, implica comprender uno de los elementos más importantes a tener en cuenta tanto en prevención como en el tratamiento de adicciones; pues son un extenso conjunto de variables que tienen que ver con las diversas dimensiones de lo humano, lo biológico, lo psicológico, lo familiar, lo social, entre otras. Es decir, los factores de riesgo van desde lo más mínimo, hasta lo más evidente.
En el caso de la prevención tienen que ver con todas aquellas situaciones o condiciones que reúne el sujeto y que incrementan la probabilidad de experimentar o consumir sustancias psicoactivas. En lo referente al tratamiento de adicciones, los factores de riesgo apuntan a las mismas variables biológicas, psicológicas, sociales, entre otras, pero particularmente se hace énfasis en las variables psicológicas y sociales, de tal suerte que en primer lugar lo que se trabaja en un tratamiento para la adicción es identificar cuáles son estas características que terminan convirtiéndose en un riesgo para la recaída o para la reincidencia en el consumo. Algunos componentes pueden ser:
1. Factores psicológicos:
Nos permite comprender cómo históricamente, a lo largo del proceso de adicción del sujeto, han estado relacionadas características psicológicas específicas con el consumo de sustancias psicoactivas de tal suerte que estas últimas operan como estrategias de afrontamiento como por ejemplo: la impulsividad, la búsqueda de sensaciones fuertes, reducir los niveles de ansiedad experimentados, etc.
2. Factores sociales y vínculos sociales:
Los vínculos sociales con el grupo de pares son importantes pues como factor de riesgo se encuentran las relaciones específicamente vinculadas al consumo, por tanto, lo que se busca es que el sujeto diferencie, por ejemplo, entre amigos auténticos de compañeros de consumo, porque en muchas ocasiones el consumo se presenta específicamente en un contexto social, facilitando y manteniéndolo en el tiempo.
3. Factores familiares:
La familia, (y en muchas ocasiones con muy buenas intenciones), puede convertirse en un factor de riesgo para la reincidencia o para bloquear el proceso de cambio, por ejemplo al no establecer o mantener límites claros y al permitir conductas o actitudes claramente asociadas al proceso de recaída como por ejemplo: no establecer parámetros entre los pensamientos de consumo, frecuentar lugares donde habitualmente consumía, mantener vínculo con personas consumidoras y en general, romper los parámetros vinculados a la sobriedad.
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